En Rusia, en la Primera Guerra Mundial, luego de iniciada la Revolución Bolchevique, estaba en el ejército en una ciudad del sur de Rusia. El ejército de Kerensky había sido disuelto, la ciudad había sido conquistada por los comunistas, y yo quería volver a mi ciudad, Babruisk, en Bielorrusia. Después de vicisitudes y aventuras llegué a Moscú y de allí quise llegar a Babruisk. El frente alemán estaba entre Moscú y Babruisk, cerca de Varsovia, y por supuesto, el camino estaba bloqueado.

 

Deambulé por Moscú cerca de una semana y me encontré con varios judíos de mi ciudad. Uno de ellos me contó que existía un grupo que se dedicaba a hacer pasar gente de un lado al otro de Rusia. Aceptamos la oferta. Entramos en contacto con un campesino gentil, que estaba dispuesto a trasportarnos por una paga. Era al final del invierno, todos nos vestimos con ropa campesina y partimos. Hacía un frío tremendo. En el camino me enfermé de angina, y como resultado, me quedé sin voz.

 

El camino duró cerca de una semana, viajando principalmente de noche. Una de esas noches atravesamos las líneas del frente, sin ser notados.

 

Seguimos avanzando hacia Babruisk, y una noche llegamos al lugar. Había perdido la cuenta de los días, y no sabía qué día era. Cuando llegué a la casa de mis padres abrí la puerta y me encandiló una fuerte luz. Entendí que toda mi familia extendida estaba sentada a la mesa. Era la Noche del Seder. Mi mamá corrió hacia mí y me palpó el cuerpo. Había soñado que estaba en la batalla y que perdía una mano. Los sueños vanos son. La emoción y la alegría de toda la familia y mía, fueron indescriptibles. Fue un Seder de elevación espiritual.

 

[Kadish Luz, "Davar", 11.4.1960 / Archivo Degania Bet.]