El hombre por su comunidad
El aceite del bien, por el Rabino Shmuel Shmelki Halevy
Un hombre rico estaba por completar el rezo de los Salmos en la sinagoga en la noche de Iom Kipur. Díjole el Gaón Rabi Iosef Dov de Brisk: "A un soldado que desertó del ejército al extranjero, le cabe la pena de muerte. Si no huye al extranjero sino a la legión del mismo rey, como alguien que fue enviado a una legión de infantería y huyó a la legión de caballería o viceversa, ¿qué pena le cabe? ¿Puede ser que, por servir a su rey, no sea considerado desertor? ¿O será que, por no servir en la misma legión a la que fuera enviado sea considerado de todos modos desertor?"
El hombre rico se quedó perplejo, pensando qué buscaba el Rabino con sus palabras. El Rabino volvió a hablar y dijo: "Pero tengo evidencia clara que ese soldado es desertor, pues cada uno debe servir a su Rey en su propia legión. Del mismo modo, cada uno de Israel debe adorar al Rey del Universo en el trabajo que le fuera encomendado. El rico debe hacer caridad en la noche de Iom Kipur y devolver a los pobres que no pueden pagar sus deudas, los objetos que empeñaron con él, y el pobre que no tiene para hacer caridad debe abundar en arrepentimiento y oración. Por eso, el camino de los pobres es estar en Iom Kipur en la sinagoga y recitar los Salmos, y los ricos que han abundado en caridad y buenas acciones deben ir a sus casas a dormir. Y tú, amigo mío, que has huido de tu legión y has venido a adorar a tu Creador como los pobres, y con ello pensaste cumplida tu obligación, también eres considerado desertor, pues cada persona está obligada a servir a su Creador en su propio campamento.

More >











